David Ricardo
Fue su amigo James Mill el que, consciente del valor intelectual de Ricardo, le animó a poner por escrito su concepción teórica del sistema económico, en la época en que ya se había retirado al campo a cultivar sus aficiones. Fue así como surgieron los Principios de economía política y tributación (1817), una obra breve que contiene la formulación más sistemática y coherente del pensamiento económico clásico.
Mill quiso ir más allá y convenció a Ricardo para que entrara en la política activa, a fin de «educar» al Parlamento en materia de economía; efectivamente, se hizo elegir por un distrito de bolsillo de Irlanda en 1819 y actuó en la Cámara de los Comunes hasta su muerte como un liberal independiente. Durante años mantuvo un acalorado debate intelectual -compatible con relaciones de amistad y respeto- con Malthus.
La obra de Ricardo destaca por su razonamiento abstracto, simplificando la realidad hasta definir un modelo teórico que dé cuenta del funcionamiento esencial del sistema económico; se le considera, por ello, el padre de la teoría económica y el primer economista profesional.
Fue un ardiente liberal, partidario de políticas económicas que impulsaran el crecimiento económico a base de garantizar a los capitalistas altos márgenes de beneficio, de manera que vino a teorizar el proceso de la revolución industrial británica. Razonó sobre la base de suponer que los salarios no podían -ni debían- elevarse sobre el nivel de la mera subsistencia; y criticó hasta la saciedad a los terratenientes, describiendo la renta de la tierra como un ingreso parasitario que no contribuía a la producción, pero que frenaba el crecimiento. Por la ley de los rendimientos decrecientes, creía inevitable un proceso de elevación de las rentas de la tierra y de los salarios de los trabajadores, que iría reduciendo los márgenes de ganancia hasta provocar el fin del crecimiento capitalista (el estado estacionario).
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